México y sus oportunidades para transitar a una economía baja en carbono

México y sus oportunidades para transitar a una economía baja en carbono

Los países del G-20 destinaron 130,000 millones de dólares al subsidio de fuentes fósiles en 2019. México, en particular, inviritió ese año 17,000 millones de dólares en recursos públicos a los hidrocarburos. Pese a la urgencia de transitar hacia una economía baja en carbono, el gobierno mexicano no da señales de cambiar de estrategia.

Con la construcción de la Refinería Olmeca (antes Dos Bocas) en Tabasco y los apoyos que se destinan para fortalecer a Petróleos Mexicanos, “vamos a contrapelo en las tendencias internacionales con respecto a las energías renovables”, alerta el doctor Francisco Lozano García, integrante del Grupo de Investigación en Energía y Cambio Climático del Tecnológico de Monterrey.

Hay países cuyas economías están basadas en el carbón, como China y Marruecos, que están implementando de forma masiva celdas fotovoltaicas y parques eólicos para dejar de depender de combustibles fósiles.

México, en cambio, fomenta la extracción de petróleo (con 42% de la producción total) y gas (40%).

“Con las iniciativas gubernamentales actuales que apoyan la producción de hidrocarburos, México se va a retrasar en la recepción de inversiones privadas importantes”, considera el especialista.

Pero ese rezago no impedirá que tarde o temprano el país se mueva hacia esa transición, porque el mundo ya va encaminado hacia una economía baja en carbono.

México y su potencial energético renovable

El país tiene muchas oportunidades para diversificar su canasta de energías renovables y producir energía solar, eólica y biomasa.

En el libro Energy Issues and Transition to a Low Carbon Economy. Insights from Mexico, de la serie Strategies for Sustainability de la editorial Springer, –donde Francisco Lozano García es coeditor– se abordan esas opciones, pues hay bastante experiencia y conocimiento generado en la academia.

El libro es el resultado del proyecto Laboratorio Binacional para la Gestión Inteligente de la Sustentabilidad Energética y la Formación Tecnológica del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y la Secretaría de Energía (Sener) que otorgó, por primera vez, recursos al Tecnológico de Monterrey como institución privada.

El gobierno mexicano, de acuerdo con el especialista, no tiene la capacidad técnica, la infraestructura ni cuenta con el personal capacitado para incentivar las energías renovables, pero sí puede sentar las políticas públicas, regulaciones fiscales y reglamentos, claros y transparentes, para que la iniciativa privada lo haga.

México, en ventaja de energía solar y eólica

La adopción de nuevas tecnologías para producir energías renovables será un proceso que tomará, al menos, tres décadas, indica el doctor en ingeniería química por la Universidad de Birmingham. Esto, porque las tecnologías deben madurar, al grado de que los costos de inversión sean menores, pero no por ello debemos esperar más.

México podría ser potencia mundial en la producción de energía solar. Por ejemplo, en los estados que están arriba del Trópico de Cáncer: Zacatecas, Sinaloa, Tamaulipas, San Luis Potosí, las dos Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila y Nuevo León se pueden colocar concentradores solares.

“Son torres que concentran la luz y alcanzan 900,000 grados de temperatura, suficiente energía para generar electricidad. Además de las celdas fotovoltaicas que son más conocidas”, dice.

México tiene un potencial eólico muy importante en sitios como el Istmo de Tehuantepec (en Oaxaca, Veracruz, Tabasco y Chiapas), en Saltillo, Coahuila, y en Mexicali, Baja California.

Energía a partir de residuos agrícolas

Los residuos del agave, cebada, maíz, nuez pecana, arroz, caña de azúcar, sorgo y trigo se pueden utilizar para generar energía pues, producimos aproximadamente 50 millones de toneladas anuales de estos residuos agrícolas.

Gracias al Sistema de Información Geográfica se conocen las cantidades generadas por municipio. Se plantea que en los sitios donde se producen, se concentren y se construyan plantas en las localidades para que ahí mismo se produzca la energía por tipo de residuo.

El maíz es un cultivo muy eficiente, ya que por cada kilo se obtienen 900 gramos de rastrojo y los estados de Jalisco, Sinaloa, Guanajuato y Michoacán son productores importantes.

“No se puede usar todo, hay que dejar cierta cantidad para que no se erosione el suelo, pero las estimaciones son que se puede utilizar hasta 60% para producción de energía”, indica el experto.

En Veracruz y Jalisco hay caña de azúcar, actualmente, parte de ese material lo usa la empresa Kimberly Clark para hacer papel, pero también los ingenios azucareros lo usan para producir su propia energía eléctrica.

En Sinaloa y Sonora se obtiene paja de trigo y en Michoacán, Puebla e Hidalgo se obtienen cultivos menores como la cebada.

Esa biomasa no es suficiente para abastecer toda la demanda energética de México, pero sí puede contribuir.

Ataque a las empresas

A partir de 1992, el gobierno mexicano implementó la figura de autoabasto con la intención de que la iniciativa privada expandiera su capacidad.

Como las empresas invirtieron en infraestructura, se generó por acuerdo entre la iniciativa privada y el gobierno la tarifa del porteo estampilla que –ahora argumenta el gobierno federal– va en detrimento de la Comisión Federal de Electricidad (CFE).

Al académico le sorprenden los ataques a empresas mexicanas como Bimbo, Grupo Alfa, CEMEX y FEMSA que optaron por diversificar sus opciones energéticas.

“Si han habido problemas con los contratos iniciales, con las leyes, reglamentos o tarifas fiscales son corregibles, no por ello hay que desaparecerlos. Hagamos que todo mundo gane con reglas claras y transparentes”, dice.