Los autos chinos ya intimidan a Europa: su guerra de precios augura un destino similar al de Latinoamérica
Los autos chinos se dieron a conocer con fama de baratos. Hoy, en muchos casos, han evolucionado, pero una cosa no ha cambiado: aun con mejoras en calidad, siguen siendo vehículos relativamente accesibles. Eso representa todo un reto para algunas marcas globales. En Europa ya enciende focos rojos, y Latinoamérica puede comenzar a hablar desde …
Los autos chinos se dieron a conocer con fama de baratos. Hoy, en muchos casos, han evolucionado, pero una cosa no ha cambiado: aun con mejoras en calidad, siguen siendo vehículos relativamente accesibles. Eso representa todo un reto para algunas marcas globales. En Europa ya enciende focos rojos, y Latinoamérica puede comenzar a hablar desde la experiencia.
El mensaje de Carlos Tavares, CEO de Stellantis —al que pertenecen Peugeot, Citroën, Jeep, Dodge, entre otras marcas— es muy claro: el escenario entre marcas europeas y chinas pinta a convertirse “en una guerra terrible”. Fabricar vehículos en Europa se ha tornado tan costoso, que el precio de muchos modelos se ha disparado, dejando la vía libre a modelos chinos de características similares, pero precios inferiores.
El ejecutivo del grupo francés pone números duros sobre la mesa. Para cumplir con las regulaciones de producción en Europa, el costo de fabricar un auto en la región puede elevar hasta un 40% el precio de un modelo, en comparación con otro equivalente proveniente de China. Si quieren competir con precio contra esos vehículos, tendrían que reducir drásticamente su margen de ganancia, lo que tarde o temprano comprometería la rentabilidad.
El incremento de precios a los coches en Europa llega, además, en un momento en el que el poder adquisitivo ha caído. Si la clase media ya no puede acceder tan fácilmente a modelos fabricados en la región, sus únicas opciones serán autos de manufactura china.
La historia está destinada a repetirse
El miedo que hoy enfrentan las marcas europeas hacia China es el mismo por el que Estados Unidos atravesó en la década de 1970, cuando los autos japoneses conquistaron el país. El fenómeno se cocinó de manera distinta, pero el resultado fue el mismo: la industria japonesa opacó a la americana, del mismo modo en el que China podría conquistar Europa… y Latinoamérica. Vamos por partes.
¿Qué pasó entre Japón y Estados Unidos? Una crisis ambiental. Ambos países atravesaban niveles de contaminación nunca antes vistos, y sus impactos en la salud comenzaban a ser escandalosos. La solución de EE. UU. fue establecer regulaciones más estrictas a autos nuevos, y Japón decidió acatar las mismos estándares para poder entrar al mercado estadounidense en algún momento.
El punto de inflexión se dio cuando las marcas estadounidenses convencieron al gobierno de aplazar la entrada en vigor de las nuevas regulaciones. Marcas japonesas intentaron hacer lo propio en Japón, pero su gobierno se negó por la fuerte presión ejercida por la sociedad. Al final, marcas como Mitsubishi, Mazda, Nissan, Toyota y Honda se vieron obligadas a crear autos menos contaminantes, pero GM, Chrysler y Ford no.
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